Por mucho tiempo hemos festejado estos días finales del año como las ansiadas Navidades , y vinculamos el 25 de diciembre con el natalicio del Niño Jesús de Nazaret .
Pero, ¿será que el Mesías nació en esa fecha? ¿Qué tiene que ver el árbol de Navidad y Papá Noel con el natalicio del primogénito de María y Juan?
Lo cierto es que en la Biblia no se registra exactamente la fecha ni la hora del nacimiento de Jesucristo hombre. Tampoco aparece la cantidad ni los nombres de "los reyes magos del oriente" que visitaron a María y José en el momento de la llegada al mundo del Salvador. Mucho menos se describe la presencia de pinos, ni de carros tirados por alces, tampoco estuvo allí un anciano barbudo llamado Papá Noel.
Cada una de estas representaciones simbólicas navideñas, que se asocian al natalicio del unigénito Hijo de Dios, fueron tomadas de rituales paganos de otras culturas, a lo largo del tiempo. Además, la mayoría de los estudiosos y teólogos aseguran que ese nacimiento nunca se produjo en diciembre. Pues, las Sagradas Escrituras ofrecen pistas que revelan que ese evento no tuvo lugar en tiempo de invierno.
Todo parece indicar que la celebración y la posterior incorporación de ciertas figuras del imaginario popular de estas festividades tuvo lugar a partir del año 345 d.C.; cuando por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno se proclama esta fecha para la Natividad de Cristo, por la Iglesia Católica Apostólica Romana.
Probablemente se escogió el 25 de diciembre porque coincide con la culminación del antiguo festival pagano romano, llamado Saturnalia, que consistía en honrar al dios agrícola Saturno con juegos de azar, regalos y verbenas. Las Saturnales eran una gran festividad romana y uno de sus ritos más icónicos implicaba un sacrificio en el templo de Saturno; además de un excepcional banquete público, donde se permitía todo tipo de deleite desenfrenado y excesivo. Las Saturnales comenzaban el 17 de diciembre y se extendían hasta el día 25, el día de la bruma, cuando empalmaban con las fiestas del Sol Invicto.
Pues en los días cercanos al 25 de diciembre se produce un fenómeno natural llamado "solsticio de invierno" en el hemisferio norte, donde se desarrolla el día más corto del año y, a partir de entonces, comienza a prolongarse las horas de luz solar en los sucesivos días hasta los días mediados de marzo en que acontece el día más extenso del año o de mayor duración de la luz solar (solsticio de verano en el hemisferio norte). Para muchas culturas occidentales la fecha del solsticio de invierno representaba el nacimiento del Sol.
En la mitología griega, Helios, el sol, era personificado como un hermoso dios coronado por una brillante aureola, el cual conducía un carro que surcaba el cielo todos los días en dirección este-oeste hasta sumergirse en el océano, haciendo su viaje de regreso por la noche. De ahí se presupone el origen de la figura del carro tirado por alces y del personaje de Papá Noel en las Navidades.
No es posible saber si antes de esa fecha los cristianos celebraban el nacimiento de Jesús, y ante la falta de noticias en el Nuevo Testamento, se tomó una antigua tradición judía que decía que los profetas morían el mismo día en que habían sido concebidos. Se creía que Jesús había muerto un 25 de marzo. Si ese día fue concebido, la cuenta para su nacimiento da, exactamente, el 25 de diciembre, el Dies Natalis, la Nativitas, el día del Sol Invicto, el astro que muere y vuelve a nacer.
Si bien el culto al Sol Invicto era ya popular entre los soldados romanos, en el siglo III el emperador Heliogábalo, de origen sirio y que había sido sacerdote de El-Gabal, quiso reemplazar en Roma el culto a Zeus por el de la divinidad solar, irrespetando las antiguas tradiciones romanas y fundando una nueva religión de la que era sumo sacerdote. Más tarde, Aureliano quiso asimismo fortalecer al Sol Invicto como centro del panteón romano. No fue hasta el reinado de Constantino cuando se permitió el Cristianismo mediante el Edicto de Milán del año 313.
Hay referencias históricas de que en la Edad Media había grandes libertades en los templos. Es por esta razón que es muy probable que los distintos Papas, a largo de la historia, eligieran el 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús con el fin de que los fieles cristianos se apartaran de las celebraciones paganas del solsticio de invierno. La fiesta de la Natividad de Jesús venía así a ocupar el lugar de las fiestas saturnales y otras propias del invierno en Roma. Cuando estaba reinando el emperador Constantino el Grande, la iglesia propuso que el 25 de diciembre se celebrara el nacimiento del Salvador por su coincidencia con el festejo romano llamado Sol Invictus.
Realmente los cristianos no celebramos estas tradiciones paganas, y menos aún, como el mundo lo festeja. Pues, el origen y evolución de estas festividades nada tiene que ver con el Señor, ni con su obra. Resulta especialmente interesante que en la Biblia no se revela el mes, ni el día, ni la hora exactas del nacimiento del Señor Jesucristo; pues en verdad no sería relevante saber cuándo vino al mundo nuestro Señor en su condición de hombre, hecho carne. Pues Él es el principio y el fin; el alfa y la omega; el que era, el que es y el que ha de venir; el Todopoderoso (Apocalipsis 1:8 ). Su existencia, poder y gloria son infinitas, por los siglos de los siglos.
No obstante, sí debemos conmemorar el día en que el Señor Jesucristo llegó a nuestras vidas, en rescate por esta humanidad perdida; y eso lo podemos hacer el 25 de diciembre y todos los días del año, en señal de nuestra fidelidad y adoración al Rey de reyes y Señor de señores.